Abrir los ojos para recuperar lo esencial
“Lo esencial es invisible a los ojos” es un mensaje que nos regaló Antoine de Saint-Exupéry en 1943, que, como toda frase literaria, tenemos la libertad de hacer nuestra y adaptarla a nuestra realidad como queramos.
Para nosotros, comprender que “lo esencial es invisible a los ojos” es una tarea que se hace cruzando la línea de lo superficial. Es una premisa que nos invita a detenernos para sentir, y tomarnos el tiempo y la atención de vivir con empatía y sobe todo, con consciencia.
¿Hemos aprovechado la libertad que tenemos de vivir desde lo esencial, desde el sentir, desde la empatía? Alguna vez lo habremos hecho -por supuesto- pero en líneas generales, nuestra sociedad es una prueba de todo lo contrario.
Pareciera que entendimos mal la premisa de El Principito, y que decidimos cegarnos, no para conectar con lo esencial, sino para no conectar en lo absoluto. Nuestros hábitos de consumo son una evidencia de que muchos escogimos el camino de la ignorancia para nuestra conveniencia individual.
Los números gritan
Según la ONU, hoy somos 7.600 millones de personas viviendo en el planeta

Tierra. Si cada uno de nosotros comprara un pantalón, una camisa y un par de zapatos, eso haría 22.800 millones de artículos de ropa en el mundo. Pero para ser honestos, cada año compramos un poco más de ropa que eso.
Es cierto que el vestirse es una necesidad básica. También es cierto que eso no nos da el derecho de hacerlo con mucho egoísmo y nada de consciencia.
El usuario promedio compró 60% más ropa en 2014 que en el año 2000, pero utilizó cada prenda sólo la mitad del tiempo, y según la fundación Ellen McArthur, la producción de ropa ha doblado en los últimos 15 años.
A primera vista esto sonaría como una hazaña, pero la manera en que esta producción se ha desarrollado y los impactos económicos, ambientales y sociales que este crecimiento ha causado, no son motivo de orgullo en lo absoluto. Los modelos de negocio basados en fast fashion nos han creado la necesidad de comprar más ropa, a un precio cada vez menor, y de utilizarla cada vez por menos tiempo.
La trampa de la moda desechable
De alguna forma, la industria logró hacernos creer que mientras más bajo el precio, más ahorramos, más podemos comprar, más podemos tener, y más valemos. Cuando la realidad es que terminamos gastando más, usando menos y sintiéndonos peor. Cambiamos el vestirnos con disfrute y con consciencia, por el placer inmediato de una prenda más. Caímos en la trampa de la moda desechable. Y lo que es peor, le hacemos daño a nuestro bolsillo, al medio ambiente y a los trabajadores del mundo de la moda, compra, tras compra, tras compra…
Esto puede sonar fatalista, pero la realidad es mucho más fatal.
¿A dónde nos lleva todo esto? Aunque la demanda en la industria de la moda va

creciendo de forma acelerada, esta misma industria nos está ofreciendo una alternativa hacia un consumo ético y consciente. Cada vez son más las marcas que trabajamos por crear procesos de producción justos y transparentes. Y mejor aún, cada vez más son los usuarios que exigen la verdad sobre la industria.
Un reporte hecho por Morgan Stanley Research en 2016, mostró que más de la mitad de los compradores menores de 35 años consideran que las credenciales éticas son “muy importantes” al momento de escoger marcas de ropa.
Los usuarios le están cambiando el juego a la industria. Cada vez somos más quienes decidimos abrir los ojos para darle poder a lo esencial: la justicia humana, los procesos éticos y el respeto por el medio ambiente. Cada vez somos más los que escogemos vivir de forma consciente.
Lo que defendemos
Entre lo fácil y lo correcto, en Verticales defendemos lo correcto. Lo justo. Lo transparente. El reto está rudo. Décadas de abusos, ambiciones desmedidas, y una mentalidad -casi- global de consumo irresponsable no se revierten de un día para otro. El camino es largo, pero si no lo comenzamos hoy ¿cuándo?
La empatía es un valor que se defiende con acciones, y hoy podemos actuar

decidiendo de qué queremos ser parte. Hoy tenemos la libertad de escoger vivir con los ojos cerrados y siguiendo tendencias destructivas por inercia, o abrir los ojos y consumir, actuar y vivir con consciencia.
“Lo esencial es invisible a los ojos” no es sólo una frase de El Principito que vemos por Instagram. “Lo esencial es invisible a los ojos” es una invitación a cruzar la línea de lo superficial y despertar nuestro sentido de apreciación, de agradecimiento, de consciencia…
Las 7.600 millones de personas que estamos en la Tierra tenemos el compromiso generacional de abrir los ojos para volver a lo esencial. Tú ¿cómo lo estás asumiendo?
Yo pienso que el verdadero reto está, más allá de la ropa, en que la gente esté consciente con sus pequeñas acciones del día – día.